El albañil y la Virgen de La Palma

Por  Miguel Ángel Contreras Mauss

Con sólo tres años de escuela primaria y una fe inquebrantable, José Mario Morales Marchena agarró lápiz, papel y su experiencia de 20 años de albañilería para crear una de sus máximas obras.

Con el firme deseo de “poner una inigualable huella”, tomó la responsabilidad del proyecto que permitiría cubrir con un manto protector a su pueblo de La Palma: levantar una efigie de la virgen de la Inmaculada Concepción.

En el corazón del municipio de Tepatlaxco, José Mario y sus cuatro hijos levantaron -mandada hacer por  la familia Sampiere y auspiciado por todos los pobladores- la virgen con una altura de 14 metros en un tiempo de diez meses.

La imponente imagen que se levanta en un óvalo que figura al mundo y pisa una víbora, con un mensaje intrínseco del bien sobre el mal, es hoy uno de los principales atractivos de esa región de la montaña.

Fueron las manos de un experto albañil y sus hijos Rafael, Blas, Mario y Salvador, quien moldeó cada una de las partes de la Inmaculada,  con sus casi 14 metros de altura y siete toneladas de peso.

Sus manos  tienen un peso 280 kilos, la cara 260, además de los cimientos de un metro 80, que se ubican bajo la imagen. Aunque en realidad la virgen carga a acuestas a todo un pueblo que le pide por su protección.

Un 4 de junio del 2012, Mario tomó el proyecto, con el firme deseo de “poner una inigualable huella” y dejar historia en su pueblo que lo han visto caer y levantarse de problemas como el alcoholismo, desolación, abandono personal y la falta de fe.

 “Un día cualquiera, llegaron hasta mi casa en La Garita, los señores Joaquín Sampieri, Serafín Vásquez y Ventura Alducín para hablar conmigo y
proponerme el trabajo, les pregunté por qué a mí habiendo tantos albañiles experimentados, pero nadie le “atoró”, rememora.

En momentos con la voz cortada y ojos llorosos, recordó los difíciles momentos que tuvo al llevar la construcción en hombros, el momento en que se paró en el terreno y la forma en cómo se comenzaron a instalar los castillos, camotes y puntos exactos que evitan la caída de la imagen.

“Tenían miedo, jamás me imaginé construir esta imagen y lo pensé, pero se trataba de un acto de fe y decisión, así que me arriesgué, pero sólo pedí algo: que nadie se metiera en mi trabajo, que me dejarán hacer todo solo”, dijo.

La imagen de la Inmaculada Concepción, es una réplica de la existente en la iglesia de la comunidad, construida del cuerpo con cemento, block y varilla de media, su manto y velo llevan malla de tela, además de granito, cemento blanco y otros materiales fuertes.

“Los del comité me dieron una imagen pequeñita y de ahí saqué la escala, sé que no es algo muy refinado, quizá es rústica, pero es el resultado del esfuerzo de un pueblo, de La Palma y sus alrededores”, afirma.

La imagen se ubica en un terreno que es denominado como esquina, donde se unen las propiedades de José García, Enrique Hernández, Ofelia Pacheco y Manuel Reyes y que será donado al comité encargado de resguardar la imagen y llevar el mantenimiento de la misma.

“Para sacar el dinero, muchos de ellos hacían jornadas, talachas y colados en varios pueblos cercanos, el dinero que se ganaba lo metían todo para el material, es un logro muy grande para nosotros”, dijo sonriente.

El rostro de la imagen, fue de lo más difícil de realizar, pues la mayoría le hacía recomendaciones para que la construyera en o alto del cerro.  “Fue a mi manera, en la palma agarré barro que es fuerte y saqué el molde, lo dibujé con mis manos después fui rellenando con cemento, una vez concluido, entre muchos vecinos me ayudaron a subirla, en muchos momentos se nos vencieron las vigas, nos apoyamos de un montacargas y poco a poco llegó al cerro”.

Se construyó un recinto con capilla, mirador, bancas y jardines, al lado de un espectáculo de la naturaleza. La fe y la voluntad de todo un pueblo en un atractivo.

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